martes, 6 de enero de 2009
El Habla de Málaga
En Málaga se fricatiza la ´ch´ y se dice ´shupete´ en vez de chupete. O se aspira la ´j´ y así, fonéticamente, se pronuncia ´Gavier´ en lugar de Javier. También es habitual que nos comamos las ´s´ de los plurales… pero esto no significa que hablemos peor que en otras zonas de España. Puede que al contrario. Es una característica del habla vernácula. Lo que ocurre es que, de forma tradicional, por culpa de los bajos niveles de desarrollo que siempre ha tenido Andalucía, se ha asociado que por ser tierra pobre y analfabeta se hablaba peor que en otras zonas. Y eso también ha creado en los andaluces en general, y los malagueños en particular, cierto complejo de inferioridad. De ahí que, muchas veces, se trate de disimular el acento.
El mejor hablante es, por tanto, el que tiene las competencias suficientes para saber adaptarse a un contexto comunicativo definido, a juicio de Antonio Ávila, profesor de Lingüística General de la facultad de Filosofía y Letras de la UMA. Quien no tiene ese grado de instrucción lingüística es muy probable que, a la hora de cambiar de registro, haga el ridículo. Por eso resultan absurdas algunas conversaciones en las que se imposta un acento a todas luces antinatural. “Se cometen auténticas aberraciones, hasta en el ámbito político”, destaca este profesor, uno de los autores de la segunda edición del libro ´El español hablado en Málaga´, que es el resultado de un proyecto de investigación que establece un mapa de cómo se habla en la ciudad, barrio a barrio. Pero esta situación se detecta, igualmente, en los sectores más ilustrados de la sociedad, que en muchas oportunidades son también incapaces de adaptar su lenguaje al contexto comunicativo. Ocurre a médicos, abogados, jueces… “El otro día recibimos una carta de un banca anunciando un depósito y de tantos tecnicismos como empleaba, no sabíamos si podíamos o no podíamos contratarlo”, explica Ávila.
Son muy frecuentes las ´patadas´ al lenguaje en todos los ámbitos. ´El español hablado en Málaga´ es un trabajo que estudia el panorama sociolingüístico de la ciudad. Se trata de una colección de textos orales producida por una muestra representativa de hablantes pertenecientes al núcleo urbano. El equipo de investigadores comenzó su trabajo en Capuchinos. Allí, según explica Ávila, sus habitantes se sienten tan orgullosos de ser capuchineros, que su forma de hablar constituye una seña de identidad. Y, por eso, se produce una segregación lingüística en la que se asumen roles en función del género: las mujeres ´sesean´ y los hombres ´zezean´. En zonas social y económicamente más desarrolladas y menos populares, como El Limonar, por ejemplo, y según este profesor, estas diferencias lingüísticas o se disipan o, definitivamente, desaparecen, “por el mayor nivel de instrucción de sus habitantes, son lo menos parecido a un hablante vernacular malagueño”. Con este mapa, que el equipo de lingüistas de la UMA diseñan desde 1992, colaboran en el Proyecto para el Estudio Sociolingüístico del Español de España y de América (PRESEEA), cuyo objetivo es la creación de un corpus sociolingüístico y sincrónico de la lengua española formado por materiales procedentes de las diferentes áreas dialectales del español. Este proyecto está coordinado, a su vez, por el director del Instituto Cervantes, de Alcalá de Henares, el profesor Francisco Moreno Fernández.
Los medios de comunicación tienen una gran responsabilidad en el lengua. Las prisas provocan, a menudo, muchos fallos que influyen en el resto de hablantes, puesto que usan como modelo a los periodistas que salen en la tele, hablan por la radio o escriben en los periódicos. “Hacen suyos los aciertos pero también las infracciones”, señala Antonio Ávila. Por los demás, aspirar la ´s´ no es un error, sino una característica lingüística de una variedad del español, que se aprecia, al igual que en Andalucía, en toda la zona meridional de España: Extremadura, Murcia, el sur de Castilla la Mancha, el sur de la provincia de Alicante y, sobre todo, en Canarias. “Y también en el español que se habla en América”, destaca el profesor. La conclusión, por tanto, es evidente: un porcentaje muy elevado de malagueños habla un español muy similar al de cualquier otro hispanohablante, con sus diferencias en el ámbito fonológico. “Es decir, en Málaga se habla tan digna y válidamente como en Castilla, donde se dice que se habla el español estándar. Por el hecho de ser andaluz no se habla peor, es como que quieran que seas gracioso y cuentes un chiste por ser andaluz”, resume Ávila, quien es partidario de evitar los juicios de valor a la hora de referirse al lenguaje. De hecho, es muy común que se te ´pegue el acento´ propio de un lugar cuando uno se sumerge lingüísticamente en ese sitio. “Y así hay diferencias entre el hablante de pueblo, el hablante de la capital y el hablante de pueblo que vive en la capital. Yo tenía una alumna de un pueblo de la Serranía de Ronda que decía que en la capital la consideraban una cateta y en su pueblo una fina”.
Ignacio A. Castillo/La Opinión de Málaga
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