Blas Infante y la acción política
Corría el año 1935, Blas Infante enviaba unas cartas, que por lo que se puede deducir ya venía escribiendo desde años atrás, a sus compañeros; se trataban de las conocidas como “Cartas Andalucistas”. En ellas, Blas Infante resuelve de una manera dialéctica el dilema que sumía a sectores andalucistas del momento: “Para unos andalucistas, el que Andalucía llegue a SABERSE o alcance a ser restaurada en la conciencia de sus hijos, esto es lo esencial; para otros, el que Andalucía logre una expresión política que se resuelva en una Entidad de privativo poder; ésta debe ser la norma primera regulante de nuestra actividad: para un sector andalucista, nuestro problema inmediato es el de SER; para otro, el de PODER... llegar a ser; con poder político.”. Blas Infante resolvía la cuestión de la siguiente manera: “Yo, no por pragmatismo, sino por convicción, participo de ambos criterios. Creo que el saberse Andalucía, es lo principal, como fundamento indeclinable de la restauración de su Estilo, alma de su futura creación cultural y, en lo presente, agente indispensable para la salvación del Mundo. (...). Pero, es indudable, que la acción de un Estado político, correspondiente a Andalucía, llegaría a acelerar este resultado de contribuir eficazmente a que nuestro Pueblo alcanzase a recuperar su Espíritu, siempre que a esta finalidad conspirase principalmente el poder de aquel Estado; y, naturalmente, siempre que la constitución y organización del mismo, viniese a responder a nuestra propia Historia (...)”.
Se trataba por tanto de tomar conciencia y realizar, como consecuencia, una tarea política, en una relación dialéctica: la toma de conciencia, el saberse, traía como consecuencia la acción política, y a su vez, la acción política ayudaba a la toma de conciencia, a saberse. Quizá podríamos completar y concretar esta reflexión con la aportación de Marx, es decir, aquella que decía que el ser social determina la conciencia y no al revés. Sin embargo, Blas Infante matizaba la cuestión de la acción política: “Para mí, la POLÍTICA es actividad indeclinable, desinteresada, pedagógica y noble, excedente del diario menester (...). La política, así entendida, excluye la necesidad de toda conducta envilecedora; lo mismo con respecto al pueblo, que con relación a la gentezuela que aspira a formar siempre, como medio de vivir o de medrar, dentro de los cuadros políticos.”. Y continúa Blas Infante, alejándose de cualquier visión “idealista pequeño burguesa”: “El verdadero concepto de la política, excluirá la pureza absoluta de Dios, pero también, la grosería o apetitos estúpidos de la bestia. La política verdadera es cosa de hombres: no de deidades; pero de brutos tampoco”. Si se permite, en este sentido, se puede poner hasta cierto punto en relación a Blas Infante con la “ética comunista” desprendida de los textos políticos y económicos de Ernesto “Che” Guevara, justificada en esa invocación en ambos al desinterés personal, el sacrificio, la pedagogía, el dar ejemplo, el sentido de la responsabilidad, etc.
No, no se pretende, hacer pasar a Blas Infante por marxista porque no lo fue, simplemente se pretende una lectura breve y sencilla de un texto, completando, acertada o equivocadamente, eso ya se comprobará en el debate y sobre todo en la práctica, las reflexiones de Infante, nada más. No se pretende arrimar ningún ascua a ninguna sardina de una forma oportunista y sin escrúpulos, pero eso, tampoco ha de llevar a dejar de reflexionar críticamente, porque así el pensamiento adquiere viveza y es fuerza creativa para la acción, y porque de esta forma, desprendemos al pensamiento del ritual y del formalismo que lo estrecha, lo esquematiza, y como consecuencia condena a la parálisis.
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente podemos deducir qué lejos se han situado determinados andalucistas modernos y contemporáneos en su actuación política de todo lo planteado políticamente por Blas Infante. No es cuestión de incidir una vez más en la degradación de determinados militantes de determinadas organizaciones políticas que se reclaman del andalucismo, algunas de ellas, haciendo un uso exclusivo y excluyente de la figura de Blas Infante. Se pueden poner nombres y apellidos, y por supuesto, siglas. Lo mismo, igualmente, se podría decir de amplios sectores de la izquierda en Andalucía y el Estado español.
Pero sí es cuestión de retomar el planteamiento político, la necesidad del proyecto político por una Andalucía libre, cuando se cumplen 72 años del fusilamiento del Padre de la Patria Andaluza por el fascismo, por la oligarquía imperialista, que hoy como ayer sigue dirigiendo las riendas del Estado español, y por tanto, de Andalucía. Para ello, es necesario retomar este y otros muchos textos de Blas Infante, planteando las características principales de la acción política por una Andalucía libre ha de reunir, sin formalismo y sin ritualismos, con espíritu crítico, constructivo, y por supuesto, combativo.
En este 72 aniversario del fusilamiento de Blas Infante, no solo presenciaremos una liturgia paralizante, manipuladora e intoxicadora, frívola e hipócrita de Blas Infante por parte de la Junta y el Parlamento andaluz, con todos sus representantes políticos (PSOE, PP e IU), la inmensa mayoría de ellos alejados de los planteamientos no sólo ideológicos sino también políticos de Blas Infante, salvándose quizá una honrosa excepción; sino también, a ritos frustrantes por parte de determinados sectores andalucistas, unos bienintencionados, otros no tanto, paralizados entre la adoración al símbolo y el ritual, pero incapaces de ir más allá, de revitalizar el símbolo, desoyendo consciente o inconscientemente aquel llamado de Blas Infante: "(...) Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) hablan de conflictos entre ideas y realidades...la diferencia entre ellos y nosotros es ésta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados, para nosotros, los dolores creados por esos intereses...", y por tanto, ajenos a los dolores reales, y a los intereses que los desencadena, de este pueblo andaluz, del pueblo trabajador, de la clase obrera y sectores populares trabajadores. En estos momentos, no puede haber lugar para abstracciones, para que lo verdiblanco y los símbolos tapen realidades de miseria y opresión, más bien lo contrario, sino para que nuestros símbolos nacionales creen subjetividad, una cultura e identidad colectiva viva, combativa, popular, solidaria y transformadora de la realidad, de nuestra realidad como país oprimido, y dentro de él, transformadora de la realidad de quienes con su trabajo, día a día, crean una riqueza que les es arrebatada.
Quienes hoy, 10 de agosto de 2008, recuerden a Blas Infante, haciendo revivir sus textos en la Andalucía de hoy, en la Andalucía sin reforma agraria, la Andalucía de la precariedad y los accidentes laborales, la Andalucía cuya cultura nacional es mercantilizada y manipulada, la Andalucía tierra de bases militares imperialistas agresivas con nuestros pueblos hermanos de África y Oriente, la Andalucía de la corrupción, la especulación y el urbanismo salvaje destructor del medio ambiente, la Andalucía de los inmigrantes super explotados y ninguneados (unos encerrados en los CIE’s, otros en los invernaderos o en las obras), la Andalucía de la tremenda desigualdad entre hombres y mujeres, la Andalucía que no dispone de si misma ni de sus recursos ni de las riquezas que sus trabajadores crean, ellos, irán del símbolo a realidad, en ellos reside la tarea, enorme, difícil y compleja de llevar a cabo la acción política de un proyecto de liberación integral del pueblo de Andalucía.
Antonio Torres, “Antón
Corría el año 1935, Blas Infante enviaba unas cartas, que por lo que se puede deducir ya venía escribiendo desde años atrás, a sus compañeros; se trataban de las conocidas como “Cartas Andalucistas”. En ellas, Blas Infante resuelve de una manera dialéctica el dilema que sumía a sectores andalucistas del momento: “Para unos andalucistas, el que Andalucía llegue a SABERSE o alcance a ser restaurada en la conciencia de sus hijos, esto es lo esencial; para otros, el que Andalucía logre una expresión política que se resuelva en una Entidad de privativo poder; ésta debe ser la norma primera regulante de nuestra actividad: para un sector andalucista, nuestro problema inmediato es el de SER; para otro, el de PODER... llegar a ser; con poder político.”. Blas Infante resolvía la cuestión de la siguiente manera: “Yo, no por pragmatismo, sino por convicción, participo de ambos criterios. Creo que el saberse Andalucía, es lo principal, como fundamento indeclinable de la restauración de su Estilo, alma de su futura creación cultural y, en lo presente, agente indispensable para la salvación del Mundo. (...). Pero, es indudable, que la acción de un Estado político, correspondiente a Andalucía, llegaría a acelerar este resultado de contribuir eficazmente a que nuestro Pueblo alcanzase a recuperar su Espíritu, siempre que a esta finalidad conspirase principalmente el poder de aquel Estado; y, naturalmente, siempre que la constitución y organización del mismo, viniese a responder a nuestra propia Historia (...)”.
Se trataba por tanto de tomar conciencia y realizar, como consecuencia, una tarea política, en una relación dialéctica: la toma de conciencia, el saberse, traía como consecuencia la acción política, y a su vez, la acción política ayudaba a la toma de conciencia, a saberse. Quizá podríamos completar y concretar esta reflexión con la aportación de Marx, es decir, aquella que decía que el ser social determina la conciencia y no al revés. Sin embargo, Blas Infante matizaba la cuestión de la acción política: “Para mí, la POLÍTICA es actividad indeclinable, desinteresada, pedagógica y noble, excedente del diario menester (...). La política, así entendida, excluye la necesidad de toda conducta envilecedora; lo mismo con respecto al pueblo, que con relación a la gentezuela que aspira a formar siempre, como medio de vivir o de medrar, dentro de los cuadros políticos.”. Y continúa Blas Infante, alejándose de cualquier visión “idealista pequeño burguesa”: “El verdadero concepto de la política, excluirá la pureza absoluta de Dios, pero también, la grosería o apetitos estúpidos de la bestia. La política verdadera es cosa de hombres: no de deidades; pero de brutos tampoco”. Si se permite, en este sentido, se puede poner hasta cierto punto en relación a Blas Infante con la “ética comunista” desprendida de los textos políticos y económicos de Ernesto “Che” Guevara, justificada en esa invocación en ambos al desinterés personal, el sacrificio, la pedagogía, el dar ejemplo, el sentido de la responsabilidad, etc.
No, no se pretende, hacer pasar a Blas Infante por marxista porque no lo fue, simplemente se pretende una lectura breve y sencilla de un texto, completando, acertada o equivocadamente, eso ya se comprobará en el debate y sobre todo en la práctica, las reflexiones de Infante, nada más. No se pretende arrimar ningún ascua a ninguna sardina de una forma oportunista y sin escrúpulos, pero eso, tampoco ha de llevar a dejar de reflexionar críticamente, porque así el pensamiento adquiere viveza y es fuerza creativa para la acción, y porque de esta forma, desprendemos al pensamiento del ritual y del formalismo que lo estrecha, lo esquematiza, y como consecuencia condena a la parálisis.
Teniendo en cuenta lo expuesto anteriormente podemos deducir qué lejos se han situado determinados andalucistas modernos y contemporáneos en su actuación política de todo lo planteado políticamente por Blas Infante. No es cuestión de incidir una vez más en la degradación de determinados militantes de determinadas organizaciones políticas que se reclaman del andalucismo, algunas de ellas, haciendo un uso exclusivo y excluyente de la figura de Blas Infante. Se pueden poner nombres y apellidos, y por supuesto, siglas. Lo mismo, igualmente, se podría decir de amplios sectores de la izquierda en Andalucía y el Estado español.
Pero sí es cuestión de retomar el planteamiento político, la necesidad del proyecto político por una Andalucía libre, cuando se cumplen 72 años del fusilamiento del Padre de la Patria Andaluza por el fascismo, por la oligarquía imperialista, que hoy como ayer sigue dirigiendo las riendas del Estado español, y por tanto, de Andalucía. Para ello, es necesario retomar este y otros muchos textos de Blas Infante, planteando las características principales de la acción política por una Andalucía libre ha de reunir, sin formalismo y sin ritualismos, con espíritu crítico, constructivo, y por supuesto, combativo.
En este 72 aniversario del fusilamiento de Blas Infante, no solo presenciaremos una liturgia paralizante, manipuladora e intoxicadora, frívola e hipócrita de Blas Infante por parte de la Junta y el Parlamento andaluz, con todos sus representantes políticos (PSOE, PP e IU), la inmensa mayoría de ellos alejados de los planteamientos no sólo ideológicos sino también políticos de Blas Infante, salvándose quizá una honrosa excepción; sino también, a ritos frustrantes por parte de determinados sectores andalucistas, unos bienintencionados, otros no tanto, paralizados entre la adoración al símbolo y el ritual, pero incapaces de ir más allá, de revitalizar el símbolo, desoyendo consciente o inconscientemente aquel llamado de Blas Infante: "(...) Los que hacen de la política una profesión exclusiva y excluyente (como una propiedad) hablan de conflictos entre ideas y realidades...la diferencia entre ellos y nosotros es ésta: para ellos, las realidades de un país son los intereses creados, para nosotros, los dolores creados por esos intereses...", y por tanto, ajenos a los dolores reales, y a los intereses que los desencadena, de este pueblo andaluz, del pueblo trabajador, de la clase obrera y sectores populares trabajadores. En estos momentos, no puede haber lugar para abstracciones, para que lo verdiblanco y los símbolos tapen realidades de miseria y opresión, más bien lo contrario, sino para que nuestros símbolos nacionales creen subjetividad, una cultura e identidad colectiva viva, combativa, popular, solidaria y transformadora de la realidad, de nuestra realidad como país oprimido, y dentro de él, transformadora de la realidad de quienes con su trabajo, día a día, crean una riqueza que les es arrebatada.
Quienes hoy, 10 de agosto de 2008, recuerden a Blas Infante, haciendo revivir sus textos en la Andalucía de hoy, en la Andalucía sin reforma agraria, la Andalucía de la precariedad y los accidentes laborales, la Andalucía cuya cultura nacional es mercantilizada y manipulada, la Andalucía tierra de bases militares imperialistas agresivas con nuestros pueblos hermanos de África y Oriente, la Andalucía de la corrupción, la especulación y el urbanismo salvaje destructor del medio ambiente, la Andalucía de los inmigrantes super explotados y ninguneados (unos encerrados en los CIE’s, otros en los invernaderos o en las obras), la Andalucía de la tremenda desigualdad entre hombres y mujeres, la Andalucía que no dispone de si misma ni de sus recursos ni de las riquezas que sus trabajadores crean, ellos, irán del símbolo a realidad, en ellos reside la tarea, enorme, difícil y compleja de llevar a cabo la acción política de un proyecto de liberación integral del pueblo de Andalucía.
Antonio Torres, “Antón
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